- El experto internacional en demencia, Graham Stokes, destaca el valor del cuidador en dos encuentros con familiares en Valencia
- El denominado “síndrome del cuidador” afecta a un 50% de las personas que asumen este rol
- Las familias precisan de información, comprensión y apoyo para afrontar el cuidado
La atención a la demencia, uno de los principales retos sociosanitarios globales con 46,8 millones de afectados en el mundo, no solo tiene que abordar la atención al paciente sino la atención al cuidador como eje prioritario. Esta ha sido una de las principales conclusiones de los encuentros con familiares que Sanitas Mayores ha celebrado en Valencia con Graham Stokes, experto internacional en demencia.
El director general de cuidados de Bupa, la matriz de Sanitas en Reino Unido, ha destacado el valor de la familia y su aportación social en el abordaje de la demencia. “Hay que atender también a las familias que se ocupan de personas con demencia, también necesitan ser felices. Sin las familias sería imposible sostener las consecuencias sociales de lo que podemos considerar como una epidemia” ha reiterado en sendos encuentros realizados en Sanitas Residencial Mas Camarena y Sanitas Residencial La Seu.
La demencia afecta al entorno del paciente, en el que se comprenden el cuidador y los familiares. Estos juegan un papel clave tanto en la detección como en las distintas fases de evolución. Entre los consejos que ha compartido con los asistentes, Stokes ha recomendado practicar el pensamiento positivo, adoptar hábitos de vida saludable y evitar el aislamiento social como las actitudes clave para asumir la responsabilidad de cuidar a un familiar con demencia.
Una responsabilidad que afecta a la salud física y mental del cuidador. Cerca del 50% de los familiares que desempeñan este rol padecen el denominado “síndrome del cuidador” en menor o mayor grado, según datos de la Encuesta Sanitas 2015 sobre familiares que cuidan de personas con Alzheimer en España. Al participar de la enfermedad en todo el proceso, el familiar sufre alteraciones psicológicas, físicas y sociales. Entre los efectos comunes destacan el malestar general, las alteraciones del sueño, cefaleas, anemia, alteraciones en huesos y músculos, estrés, ansiedad, tristeza, sentimiento de culpa o aislamiento social.
Desde el punto de vista emocional, “es normal que los cuidadores se vean desbordados y experimenten sentimientos de tristeza, soledad o culpabilidad. El estrés emocional es comprensible. Por eso, aunque es aplicable a todas las esferas de la vida, en este ámbito es aún más necesario fomentar y practicar una actitud positiva” ha resaltado Graham Stokes.
Graham Stokes
Graham Stokes, es psicólogo clínico y trabaja como jefe de los Servicios de Psicología para las personas mayores en el Healthcare NHS Foundation Trust de South Staffordshire y Shropshire. También, es director general de cuidados de la demencia en Bupa, la matriz de Sanitas en Reino Unido. Es profesor en las universidades de Coventry, Birmingham y Staffordshire. Está especializado en el campo de la salud mental para los mayores y ha contribuido en el desarrollo de estrategias de atención sanitaria centradas en las personas. Ha escrito diversos libros como “Y la música sigue sonando”, que se repartirá entre los asistentes al taller, y en el que se recogen 22 historias de personas reales su experiencia con pacientes ancianos con demencia.